La paz del desorden
Esperando en el andén, vi la eucarística coincidencia que existía entre mi ánimo y el día, ya esa sola comunión me hizo bien. Ya con esa sonrisa de monalisa, vi los nervios, el apuro generalizado. La gente camina yendo y viniendo por el andén para apurar la llegada del tren, que será lo que genera esa necesidad de urgencia, ese tener que llegar ya y nada más? En el tren lo de siempre, incomodidad, sueño, atropello, nada de respeto, lo usual. Antes de arribar, la gente se agolpó frente a la puerta, como si ese agruparse para salir en estampida por la finita puerta del tren, otra ves la urgencia, el efímero ahora, se vive para dentro de un rato, no el presente y así se nos pasa la vida, que estupidez.Ya fuera del tren y libre de los apretujones en el molinete, completando la otra mitad de mi viaje, vi por la ventana el río y su alimento, la lluvia lo acariciaba tierna, como una madre. Desde mi lugar fui feliz otra vez, de igual manera que en el andén. Es asombroso como en ese paisaje de edificios lavado por la lluvia y en medio de la desesperación cotidiana uno puede encontrar la paz, la libertad, la vida.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías? J. L. Borges
Norberto.
4 Comments:
La belleza está en la mirada. La nuestra acostumbra a ser depredadora vamos a por faena que la vida es dura. Deberíamos dejar mas a menudo paso a esta otra mirada, la del amor a las cosas. No sé porque a menudo la olvidamos con lo gratificante que es.
Tenemos estos mismos sentimientos
Y no será el alma, qué a veces se nos transparenta y en un alarde de policromía fragmenta y dispersa el panorama?...
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