Saturday, January 20, 2007

Cuentito

Una flor atada a la tierra - con todo el placer que esto le pro­duce a las flores - char­laba con toda libertad.
A lo lejos divisa una forma­ción grosera, vertical, tosca al andar; y la flor calla.
La formación crece cada vez más y más, se agacha e inescru­pulosamente la arranca y si­gue­. ­Se pierde en el horizonte. Al instante emergen a la su­per­ficie miles de flores.

Norberto.