La quietud
Solía estar quieto, sin siquiera la audacia del aburrimiento. Su monotonía de angustia lo ataba sin dejarlo caminar, gritar, escupir o llorar. Nada era posible fuera de la inercia diaria, cada diferencia era cortada de cuajo, quien pudiese atreverse a algún cambio?
Uno se acostumbra a todo, incluso hasta su propia muerte.
Ensueño clásico
Norberto.
Despertares. Pequeñas muertes
...en un callejón oscuro, un hombre de chambergo rojo y zapatos azules, asesina sin reparo a un pobre pordiosero; más allá, en un tugurio casi oculto, damas de poca honra con caballeros de igual grado festejan sin motivo. Mientras tanto en la ciudad la noche transcurre para cada uno de sus personajes sin novedad alguna más que la rutina.
De repente, todo se desvanece. Cada persona de cada lugar y a cada momento, que es el mismo para todos, muere. De igual forma o no, no lo sé.
En ese instante me despierto. Yo los maté; es que soy su dueño y ellos mi sueño.
Inmediatamente una idea me perturba.
¿Quién despertará para matarme?
Norberto.